Cómo el exceso de trámites sigue lastrando la creación de empresas en España

Los españoles, quizá llevados por un pesimismo excesivo o por el tremendismo de los medios de comunicación, tendemos a pensar que nuestro país es un caso irremediable de desgobierno y de desorganización. Sin embargo, en los estudios internacionales solemos ocupar un puesto medio alto. No somos un país modélico, pero estamos muy lejos de habernos convertido en un caso perdido. La corrupción en el sector público es un claro ejemplo. En el último Índice de Percepción de la Corrupción, elaborado por Transparencia Internacional y correspondiente a 2015, España se situaba en el puesto 36 de 167 países.

Pues bien, en la clase media mundial también estamos cuando hablamos de la facilidad para hacer negocios, aspecto que mide el Banco Mundial en su informe Doing Business, y que aporta datos de nada menos que 189 países. El informe del Banco Mundial analiza 10 parámetros sobre regulaciones empresariales y protección de los derechos de propiedad, y que van desde los requisitos para abrir una empresa al sistema para declarar su insolvencia, pasando por cosas tan banales (pero importantes) como la obtención de la electricidad, el nivel de cumplimiento de los contratos o el pago de impuestos.

En el Doing Business 2016, último documento hasta la fecha, España ocupa la posición 33º, a mucha distancia de los países de cabeza (Singapur, Nueva Zelanda y Dinamarca, por este orden), pero también muy encima de los países de centroafricanos o de Venezuela, donde casi nada funciona a nivel empresarial, según el Banco Mundial.

España incluso lidera la tabla mundial en ámbitos como el comercio transfronterizo, donde se mide el tiempo y el coste asociados a las operaciones de exportación e importación de bienes. Además, en el parámetro de resolución de insolvencias ocupa un muy destacado puesto 25º, mientras que en protección de inversores minoritarios ocupa una honrosa posición 29º. Paralelamente, España es la 39ª economía del mundo en cumplimiento de contratos. En nuestro país se tardan 510 días en resolver una disputa sobre un contrato, sólo 100 más que en Dinamarca, aunque más del triple que en Singapur.

Sin embargo, hay facetas de la actividad empresarial en las que estamos muy rezagados, y el informe del Banco Mundial nos saca los colores. Por ejemplo, para aquellos que quieren abrir una empresa, España no es desde luego el mejor sitio, a pesar de iniciativas legislativas como la Ley de Emprendedores. Y es que en este punto nos situamos en el puesto 82º mundial. En España se requieren de media hasta 7 procedimientos administrativos y legales (por 4 en Dinamarca) y 14 días (por 3 en el país nórdico) para tener todo listo para poner en marcha un negocio.

Peor aún estamos cuando hay que lidiar con permisos de construcción. Estamos en la posición 101º mundial, y por término medio aquí para construir un nuevo almacén hacen falta 13 procedimientos (caso el doble que en Dinamarca) y 205 días, por los 26 días de Singapur. No en vano la concesión de licencias de construcción ha sido siempre un foco de corrupción política en España, sobre todo en el ámbito de la administración local.

En el pago de impuestos, España ha avanzado últimamente en el informe Doing Business gracias a la reducción en el impuesto de sociedades o de los gravámenes a las compañías de nueva creación, o a la implantación de sistema Clave, que permite la declaración telemática del IVA. Sin embargo, seguimos en una modesta posición 60º a nivel mundial. Y es que aquí, por ejemplo, una compañía tarda una media de 158 horas en preparar la documentación relacionada con los impuestos, casi 30 horas más que en Dinamarca y casi el doble que en Singapur.

Las demandas de los autónomos

Hasta aquí algunos de los datos que hablan de la agilidad empresarial de España. Pero ahora conviene ponerlos en contexto, y para ello hemos hablado con varios expertos. Juan Merino, presidente de CEAJE, Confederación Española de Jóvenes Empresarios, es claro: “No es fácil aquí abrir una empresa”. Y pide reducir los trámites para emprender. Además, dice hay falta de coordinación entre administraciones y que varía mucho el tiempo dependiendo de la provincia en la que nos encontremos. Santiago Carbó-Valverde, catedrático de Economía de la Bangor University del Reino Unido e investigador de Funcas, dice que hacer negocios en España es ahora más fácil que antes, pero también reconoce que queda margen para reducir tiempos y costes. “Ha habido mejoras evidentes en el proceso electrónico de un gran número de trámites, pero el problema sigue siendo, probablemente, ese elevado ‘número de trámites”. Unos trámites que, en muchos casos, suelen cederse a terceros, lo que incrementa los costes para las compañías.

Además del exceso de burocracia, la maraña de regulaciones y la rigidez del mercado de trabajo, Juan Merino, de CEAJE, echa en falta apoyo financiero y vías alternativas de financiación. Para fomentarlas, propone, entre otras cosas, un tratamiento fiscal favorable para business angels. Santiago Carbó-Valverde recuerda que una pequeña empresa soporta una elevada incertidumbre cuando empieza en España, a pesar de que existe algún incentivo fiscal y laboral para iniciar un negocio. Y también dice que no es tanto problema contratar un suministro (de electricidad o teléfono), sino trasladarlo de una localización a otra.

Asimismo, Carbó-Valverde cree que en ocasiones existen problemas de información y de cultura empresarial. “Muchas empresas se constituyen bajo formas jurídicas que no son las más convenientes desde el punto de vista operativo o fiscal”. Para el presidente de CEAJE, el gran problema de la cultura empresarial española está en su aversión al riesgo. “La experiencia demuestra que los empresarios que aprenden de sus errores suelen tener más éxito en sus intentos posteriores”.

Por su parte, Lorenzo Amor, presidente de ATA, una de las principales asociaciones de autónomos del país, asegura que hoy se puede abrir una empresa (sociedad limitada) en sólo 24 horas y por 100 euros. “En el caso de darse de alta simplemente como autónomo, el trámite es gratuito y también de menos de 24 horas”, recuerda Amor, que también destaca mejoras recientes como la tarifa plana inicial de 50 euros o la posibilidad de capitalizar hasta el cien por cien del paro para los que se lo montan por su cuenta.

Sin embargo, para el presidente de los autónomos, lo complicado en España es mantener un negocio. Para garantizar la viabilidad de un proyecto, Amor dice que es clave no lanzarse “a lo loco”, sino tener un plan, unas previsiones y unas comparativas de mercado. Es una demanda histórica entre los autónomos que haya unas cotizaciones y una fiscalidad que se adapten a las condiciones cambiantes de los negocios, donde los ingresos varían mes. Es absurdo, mantienen, que un profesional que empieza esté obligado a pagar los más de 250 de cuota a la Seguridad Social cuando a lo peor no ingresa más de 500 o 600 euros. Piden flexibilidad a un sistema que aboca a muchos a la economía sumergida.

La profundidad de la crisis en España ha hecho que necesariamente muchos aspectos se hayan pulido. Para Carbó-Valverde, eso explica las mejoras en cumplimiento de contratos y en materia de insolvencia, quiebras y procedimientos concursales, que han servido para que muchas firmas dañadas por la recesión no desaparecieran definitivamente.

Ejemplos a seguir en el exterior

Es complicado encontrar modelos exteriores. Y es que cada país es un mundo si se tiene en cuenta su organización territorial, su sistema económico, su legislación o sus prioridades sociales. Además, hay que desterrar clichés porque, como dice Juan Merino, de CEAJE, lo de que es posible llegar a Estados Unidos por la mañana y por la tarde poner en marcha un negocio no es del todo verdad, “y la realidad es algo más compleja”. Lorenzo Amor cree que un problema grave en nuestro país está en “las competencias autonómicas”, con la multiplicación de licencias y permisos que tiene para una compañía que operan en más de una comunidad. Y para resolverlo, pide “avanzar hacia un modelo de estado como tienen otros países, en el que cada comunidad autónoma no imponga sus propias licencias”, sobre todo en aras de agilizar los procesos.

Para Amor, España debe compararse con países como Alemania o Francia, situados en los puestos 15 y 27, respectivamente, de la lista Doing Business. “Francia es el país europeo con la mejor ley de emprendedores, con un apoyo explícito a quien empieza, con todo tipo de iniciativas que tienen verdadero alcance sobre la sociedad y con un importante apoyo a la segunda oportunidad”. Y es que, como recuerda Amor, los emprendedores franceses mantienen su patrimonio a salvo en caso de que fracase su empresa y si el cierre no está motivado por una gestión negligente. De esta manera, el nivel de responsabilidad de un emprendedor individual queda equiparado al que disfrutan los emprendedores que operan a través de una sociedad mercantil.

Para el presidente de CEAJE, lo que verdaderamente necesita España es “un cambio de cultura” que suponga que los empresarios empiezan a ser respetados y se sitúan en el centro de la vida nacional, “como ocurre en otros países”. Santiago Carbó-Valverde dice que muchas veces los modelos de los países que mejor funcionan no son importables, puesto que algunos de ellos parten de una liberalización excesiva o de un tratamiento fiscal muy favorable que difícilmente se puede trasladar a España. Sin embargo, hay asperezas en nuestro sistema que se pueden limar, como la gestión administrativa. “Se lleva mucho tiempo hablando de ventanillas únicas para simplificar trámites, pero tal vez problemas como la corrupción o el fraude estén haciendo que aumenten los requisitos informáticos y que la burocracia se multiplique”, zanja el profesor de economía.

Carbó-Valverde insiste en la necesidad de agilizar trámites. “No tiene sentido que el que emprende tenga que proporcionar la misma información una y otra vez a distintos organismos de la administración pública”. En esta línea, aboga por procedimientos “absolutamente simplificados” para nuevas empresas de muy reducido tamaño y, sobre todo, para empresarios individuales”. Las trabas burocráticas y la descoordinación administrativa, que en ocasiones lleva al empresario a tener que abordar gestiones que se contradicen en dos organismos distintos, siguen siendo los grandes obstáculos para la creación de las empresas y para el crecimiento de las existentes, según Lorenzo Amor.

En todo caso, el responsable de ATA no niega que haya habido progresos importantes, como el poder realizar el pago de las deudas con la Seguridad Social con tarjeta, o el no tener que acudir al Registro Mercantil para obtener un certificado administrador. Por último, Juan Merino, de CEAJE, pide algo muy claro: que se pueda crear en España una empresa en menos de 48 horas. Es decir, dos días –y ni uno más- para hacer realidad tantos proyectos que hoy naufragan en una marea de trámites y burocracia.

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