Cómo leer e interpretar un balance. Finanzas para emprendedores (XV)

En nuestro anterior post de la serie de Finanzas para emprendedores hemos explicado, someramente cómo interpretar una cuenta de resultados. En éste vamos a abordar la otra gran pata de los estados financieros de una empresa, es decir vamos a explicar cómo leer un balance.

Recordad que se trata de explicaciones muy básicas, para emprendedores sin formación financiera, que busquen conocer los rudimentos de un lenguaje nuevo pero que les resultarán imprescindibles a la hora, tanto de captar capital o financiación externa, como de gestionar la propia empresa. Considerad este artículo como un primer flash para salir del paso.

 

¿Qué es un balance?

El balance de una empresa supone el reflejo contable del patrimonio de una empresa, del conjunto de sus bienes, derechos y deudas. Si la cuenta de resultados vendría a ser lo que gana durante un periodo, el balance vendría a ser lo que es, lo que tiene a una fecha dada. Si la cuenta de resultados es una película, el balance viene a ser una foto fija en un momento dado.

Generalmente esa foto se corresponde a una fecha concreta, la de cierre del ejercicio, que convencionalmente se suela establecer a 31 de diciembre, si bien es posible establecer otra distinta, o elaborar balances provisionales y provisionales, tal y como comentábamos a la hora de hablar de las distintas cuentas de resultados.

Es importante tener en cuenta que existe una intima ligazón entre el balance y la cuenta de resultados. Ésta, que nos facilita información económica, se ve afectada por la estructura financiera de la empresa, que refleja el balance. Pensemos en los costes financieros, en las amortizaciones, etc. Y por otro lado, el resultado que obtengamos en dicha cuenta, se encajara en el balance dentro de la partida de fondos propios o pasivo no exigible. Juntos, balance y cuenta, conforman el retrato económico y financiero (que no es lo mismo, aunque lo parezca para algunos) de la empresa.

 

El balance, ying y yang

El Balance se divide en dos grandes apartados, el Activo y el Pasivo. El primero refleja el conjunto de bienes y derechos de los que es titular la empresa. El segundo, las fuentes de financiación, propias y ajenas, que se han usado para llegar a tener dicho activo.

Si nos paramos a reflexionar por un momento sobre la afirmación anterior, y teniendo en cuenta que los activos no surgen de la nada, que alguien debe pagarlos, ya sea con capital propio, una subvención, o un crédito, seremos capaces de entender algo que a muchos les sorprende: Activo y Pasivo deben sumar necesariamente lo mismo, el pasivo no es más que el reflejo de cómo se ha financiado el activo.

Otra curiosidad que observaremos es que, dentro de cada una de esas dos grandes masas, a la hora de recoger las distintas partidas, hay un orden que es el mismo para ambas, de menos liquido o exigible, a más líquido o exigible. Se trata de un convencionalismo que tiene múltiples explicaciones, si bien por ejemplo, en EEUU, el orden es justo el contrario.

Veamos cómo se estructuran el Activo y el Pasivo.

 

El Activo

Distinguimos en el Activo dos grandes subgrupos, el Activo No Corriente y el Activo Corriente. Simplificando podríamos decir que se trata de aquellos bienes y derechos destinados a permanecer más de un año o ejercicio en la empresa, si bien conceptualmente nos acercamos diciendo que vienen a ser los bienes y derechos cuya finalidad es servir como estructura productiva de la firma.

Del Activo No corriente, también conocido como Inmovilizado, forman parte:

  • El Inmovilizado intangible (antes conocido como inmaterial): se trata de derechos susceptibles de valoración económica, inmateriales (patentes, leasing, fondos de comercio, etc…)
  • El Inmovilizado material: a diferencia de los anteriores son bienes materiales (terrenos, edificios, vehículos, maquinaria, etc…)
  • Las inversiones financieras a largo plazo (participaciones societarias en otras empresas, fianzas para desarrollo de actividades, etc…)

En el Activo Corriente, también conocido como Circulante, podemos encontrar:

  • Existencias.
  • Deudores comerciales o clientes.
  • Deudores no comerciales.
  • Tesorería y otras inversiones financieras temporales.

Tal y como comentábamos, el orden es claro. Empezamos desde lo que en teoría va a permanecer más tiempo en la empresa, aquello que más difícilmente se convertirá en dinero, en efectivo, hasta acabar precisamente con dicha clase de activo.

 

El Pasivo

Si bien tradicionalmente se ha hablado de Pasivo, ahora, según la nueva nomenclatura oficial del PGC, la denominación oficial es Patrimonio Neto y Pasivo, aunque en esencia no cambia nada, ya que las fuentes de financiación de la empresa se siguen dividendo en los tres grandes bloques tradicionales.

Por un lado tenemos el Patrimonio neto, también conocido como Fondos Propios o Pasivo no Exigible. En resumidas cuentas, aquellos recursos financieros, aquel dinero que no nos pude ser demandado por terceros (con matices). Estamos hablando del capital social, de las reservas, del beneficio no distribuido del último ejercicio, pero también de subvenciones, de prestamos participativos, etc. Cuanto mayor sea en relación con el volumen total de la empresa, más estable es su estructura financiera y menos apalancada en fondos ajenos está.

El Patrimonio Neto vendría, desde otro punto de vista, a reflejar la diferencia entre los activos y la deuda, es decir aquello que sería nuestro, de los socios, originado bien por las aportaciones de los mismos, bien por la propia generación de recursos de la empresa.

Por otro lado tenemos los pasivos estrictos, por un lado el Pasivo No Corriente (el llamado Exigible a largo plazo), el que tiene un plazo de exigibilidad que supera el año o el ejercicio contable, frente al Pasivo Corriente (anteriormente conocido como Exigible a corto), cuyo plazo es inferior al mencionado. Estamos hablando por tanto de endeudamiento, de financiación de terceros, tanto de carácter comercial (proveedores), como no comercial (bancos, organismos públicos, etc…).

Hasta aquí una primera visión del balance y de la cuenta de resultados. En próximas entregas hablaremos de ratios e interpretaciones de estos datos que estamos aprendiendo a manejar.

 

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