El interés compuesto o la reinversión a largo plazo

Uno de los primeros consejos que recibe cualquier inversor es que debe aprender a invertir a interés compuesto. Muchos se llevan las manos a la cabeza preguntándose en qué consiste este tipo de inversión y algunos incluso aciden al banco para que les ayuden a invertir a interés compuesto, como explica en su blog Vincens Castellano. Y es que en realidad el interés compuesto no es más que obtener intereses sobre los intereses o, dicho de otra forma, reinvertir los beneficios.

El funcionamiento de una inversión a interés compuesto es muy sencillo. Se invierte una cantidad inicial sobre la que se obtienen unos intereses que a su vez se vuelven a invertir, de modo que se calculan los intereses sobre la base inicial más los intereses acumulados de periodos anteriores. En la mayoría de casos cuando se habla de rentabilidades a largo plazo (cuanto tendrías si invirtieses X dinero con 25 años) los cálculos se realizan teniendo en cuenta el interés compuesto. Es decir, se trata de inversiones de las que no se retira ni un euro durante todo su periodo de vida, que generalmente suele ser muy largo.

Si pensamos a corto plazo, los intereses generados por una inversión, a no ser que se trate de cantidades muy altas, no presenta cifras espectaculares (todo depende, claro, del poder adquisitivo del inversor). Sin embargo, la cosa cambia cuando se mira desde la perspectiva del largo plazo y se aplica la fórmula del interés compuesto. Desde un punto de vista teórico ese capital inicial crecerá de forma mucho más rápida que si se retiran los intereses cada vez que termina el ciclo de la inversión, que es invertir a interés simple.

La forma más sencilla de apreciar la diferencia entre ambas fórmulas o conceptos de inversión es a través de varios ejemplos. Supongamos que una persona decide ahorrar 30,5 euros al mes o lo que es lo mismo un euro al día (suprimiendo por ejemplo el café de las doce). A priori no parece que se pueda hacer demasiado con ese dinero y mucho menos obtener un gran rendimiento del mismo. La cosa ya cambia cuando ‘alargamos’ esa cantidad a efectos de un año y nos encontramos con 366 euros. Si sobre este capital logramos unos intereses del 5% al cabo de un año (siempre es más sencillo realizar los cálculos de forma anual) obtendremos 18,5 euros. No parece demasiado dinero y podríamos gastarlo en cualquier capricho para obtener el siguiente año otros 18,5 euros. Sin embargo, si decidimos reinvertirlo los 384,5 euros nos reportarán 19,2 euros. Siguen sin parecer cantidades desorbitadas, pero si alargamos la inversión a un periodo de 30 años estaríamos hablando de 24.868 euros de los cuales euros 10.980 euros corresponderían a esos 30 euros de ahorro mensual y el resto, 13.888 euros, a los intereses generados. Por el contrario, si hubiésemos gastado esos intereses todos los años los intereses se limitarían a 555 euros.

Evidentemente cuanto mayor es el porcentaje de intereses mayor es la diferencia entre reinvertir o no el capital. En Futuro Millonario han elaborado unas tablas con distintos supuestos de inversión en cuanto al capital que se aporta y la rentabilidad que se obtendría de forma anual que ilustran todavía mejor este hecho.

Desde un punto de vista teórico, todo el mundo debería utilizar la fórmula del interés compuesto para sacar el máximo partido a su dinero, pero la realidad suele ser distinta y al final terminan imponiéndose las preferencias personales. En la mayoría de casos depende de la concepción de cada inversor y de sus recursos económicos. En ejemplo anterior se trataba de una inversión continua, pero también se puede abordar el asunto desde otro punto de vistas, con una inversión inicial ‘fuerte’ sobre la que no se añadan cantidades posteriormente. Supongamos que una familia decide rentabilizar su fondo de previsión de 10.000 (a través de una inversión muy líquida por supuesto, para poder acceder al dinero en cualquier momento) del que obtiene un rendimiento del 5%, es decir, 500 euros mensuales. Dado que se trata de un capital ‘extra’, fuera del dinero destinado a inversiones, bien puede gastárselo en un viaje, una tele o cualquier otra cosa. Así, al cabo de los 30 años mencionados anteriormente tendrá sus 10.000 euros más 15.000 euros de intereses que ya se habría gastado. Sin embargo, si en lugar de consumir ese dinero lo reinvierte al cabo de tres décadas sumará 43.219 euros. La diferencia ya empieza a ser notable.

Nadie está obligado a reinvertir su dinero por más que los beneficios sean mayores a largo plazo. Lo que realmente importa es conocer cómo funciona el proceso de inversión y reinversión de nuestro dinero para poder tomar decisiones informadas y, llegado el caso, mejorar nuestra formación financiera para conseguir cada vez más rentabilidades porque la teoría es sencilla pero lograr un beneficio anual del superior al 5% no lo es tanto.

Autor. José Trecet. Analista financiero de Financialred.com

Foto Rainert Evert

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