Los principales sistemas para calcular la amortización

Los diferentes activos que poseen las empresas sufren con el tiempo una pérdida de valor, bien derivado del desgaste por el uso del mismo o por la obsolescencia tecnológica a consecuencia de la aparición de equipos más modernos, Esa depreciación es la amortización y tiene una consecuencia contable y fiscal que hace necesario una serie de ajustes del valor de ese inmobilizado.

Cada tipo de bien tiene un porcentaje máximo de amortización y un plazo máximo para realizar esos ajustes de valor. Estos porcentajes y periodos máximos están determinados por las tablas contenidas en la Ley del Impuesto de Sociedades.

Principales sistemas para aplicar las amortizaciones

La aplicación de la normativa de las amortizaciones nos permite cierta flexibilidad a la hora de calcular la depreciación anual de cada uno de los bienes, que se incorpora a la contabilidad de la empresa y que minora el resultado del ejercicio como si fuera un gasto.

Eso supone que se puedan aplicar diferentes sistemas para calcular esas amortizaciones a nivel contable, siempre considerando que el sistema de amortización elegido no podrá ser variado durante la vida útil de ese bien. Los sistemas más extendidos son el método lineal y el degresivo

El método lineal implica que se aplicará durante todo el periodo una cantidad fija como amortización, que se calculará aplicando el porcentaje de amortización sobre el valor de incorporación del bien Por ejemplo, un negocio de hostelería podrá amortizar las vajillas en un porcentaje máximo del 25% anual, si el conste de la vajilla en el momento de su compra fue de 1.000 euros y se escoge el método lineal la amortización será de 250 euros anuales.

El método degresivo supone aplicar el porcentaje no sobre el valor de incorporación del bien sino sobre el valor contable de cada año, teniendo en cuenta que el valor será el que queda por amortizar. Sobre el ejemplo anterior, el primer año se amortizarán 250 euros al ser el 25% del valor de adquisición (1.000 euros), el segundo años se aplicaría el 25% sobre 750 euros (los 1.000 que costó menos los 250 que amortizamos el año anterior) y así sucesivamente.

La amortización fiscal

Más allá del método de amortización elegido a nivel contable, en ciertas ocasiones el propio Impuesto de Sociedades permite la amortización acelerada a efectos fiscales. Esto se llevará a cabo de forma voluntaria por las empresas aplicando el coeficiente que permita el propio impuesto.

Por ejemplo si la amortización aplicada sobre esa vajillas es de 500 euros anuales y el Impuesto permite una amortización acelerada de 1,5 podremos restar del resultado obtenido 750 euros y no los 500 reflejados en el balance.

Aprovechar la amortización acelerada supone aplicar ese ajuste en el Impuestos de Sociedades, pero debemos tener en cuenta que en ese caso la amortización contable será diferente de la fiscal y que el plazo en que se aplicará la misma será diferente.

Por tanto habrá que hacer un ajuste a favor de la empresa en la liquidación del impuesto durante los primeros ejercicio, al aumentar la amortización fiscal con respecto a la contable. Una vez que se agoten las cuotas de amortización fiscal el ajuste será en sentido contrario, ya que aunque contablemente seguiremos aplicando esa depreciación ya habremos agotado esas cuotas a efectos del impuesto.

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