El concurso de acreedores voluntario no es tirar la toalla

Cuando una empresa se declara en concurso de acreedores sus opciones de continuar ‘con vida’, esto es, de superar ese proceso y mantener su actividad, suelen ser pocas. O por lo menos, esa es la idea generalizada que se tiene de esta fórmula jurídica. Sin embargo, un concurso de acreedores no tiene por qué ser el final. Acudir a este recurso a tiempo y de manera voluntaria puede suponer el cese o el renacimiento de todo el proyecto empresarial. ¿Cómo?

Un concurso de acreedores consta, principalmente, de dos etapas. En la primera se analiza la situación económica de la empresa: sus cuentas, tesorería, patrimonio, deudas… Ya en la segunda etapa se plantea un plan de pagos o, si no hay más remedio, se liquida la empresa. Aunque muchas empresas se ven forzadas a declararse en concurso de acreedores, también las hay que se acogen a este recurso de manera voluntaria. Y esto tiene sus ventajas.

Las ventajas

En primer lugar, cuando una empresa se declara en concurso de acreedores de manera voluntaria lo hace con la intención de continuar con la actividad. Esto quiere decir que sus gestores no han esperado hasta el último momento, sino que han previsto la complicada situación que se cernía sobre la empresa y han decidido tomar las medidas oportunas para salvar el negocio con antelación.

En este sentido, la legislación ‘recompensa’ a esos gestores, permitiéndoles mantenerse a cargo de la empresa –aunque bajo supervisión judicial-, a diferencia de lo que ocurre en los concursos de acreedores forzados en los que un administrador se hace cargo de toda la empresa. Este es un hecho diferencial que puede hacer que la empresa pueda continuar con su actividad en el futuro.

A ello ayuda que, cuando se declara un concurso de acreedores voluntario, las demandas de impago que se plantean contra la empresa se detienen y, al mismo tiempo, esas deudas no generarán intereses, con el ‘respiro’ que esto supone para los responsables de la empresa.

En relación con los acreedores, que una empresa recurra de manera voluntaria a esta figura ofrece una clara muestra de que el negocio quiere pagar sus deudas. De ahí que se negocien nuevos términos y condiciones para dar solución a esa deuda, como un periodo más prolongado de devolución o incluso una quita de la deuda.

Los inconvenientes

En cuanto al lado más negativo de declararse en concurso de acreedores de manera voluntaria se encuentra el hecho de que los administradores tendrán que comenzar a rendir cuentas a la autoridad judicial.

En este sentido, otro inconveniente es que la burocracia asociada a todo este proceso es compleja y requiere tiempo. Y tiempo es precisamente de lo que suelen carecer estas empresas, ya que la ley prevé un plazo máximo de cinco años para pagar las deudas.

¿Cuándo se debe acudir a un concurso de acreedores de manera voluntaria?

La Ley Concursal 22/2003 estipula que el empresario deberá solicitar el concurso de acreedores en los dos meses siguientes tras conocer la incapacidad de su empresa –insolvencia- para responder a todas sus deudas.

Por lo tanto, detectar cuanto antes las complicaciones económicas de la empresa es fundamental para poder acogerse de manera voluntaria a este proceso. No es una decisión fácil, pero esperar puede ser muy perjudicial para los intereses de la empresa.

Dicho esto, si ya se ha tomado la decisión de acudir a este concurso de acreedores y se cumplen los requisitos, el procedimiento normal es acudir a los Juzgados de lo Mercantil de la provincia en donde está la sede social de la empresa y solicitar que se reconozca a la empresa bajo la figura del concurso de acreedores. A partir de ahí comienza un proceso del que sí, se puede salir.

Ver los comentarios

No hay comentarios aún.

Deja un comentrio